
Annie
La Hija De La Oscuridad
Los últimos años de Boram Darkwill en el trono fueron una época de gran incertidumbre para Noxus, y muchos con aptitudes para la magia abandonaron la capital por la relativa paz de las provincias. Gregori el Gris y su esposa, una bruja llamada Amoline, prefirieron demostrar su fortaleza noxiana viajando a las tierras fronterizas en lugar de participar en las intrigas políticas de las casas nobles.
La joven pareja reclamó un pedazo de tierra al norte, más allá de las montañas Puntahierro, y terminaron su pequeño hogar justo antes del invierno y la llegada de su primer bebé. Durante su viaje, los relatos de otros colonos sobre los grandes osos feroces que antes vagaron por el territorio cautivaron a Amoline; la muchacha, ya con el embarazo muy avanzado, pasaba el tiempo sentada junto a la chimenea, creando versiones de juguete de criaturas protectoras. Justo cuando terminaba de coser el último ojo de botón del oso de peluche, le sobrevinieron los dolores del parto. Gregori comentaría más tarde que su hija estaba ansiosa por jugar con su nuevo peluche, pues fue en ese hogar caldeado por las brasas donde Amoline trajo a Annie al mundo.
Cuando Annie aún era pequeña, ella y su padre enfermaron. Al caer la noche, Annie comenzó a arder de fiebre y se puso tan caliente que su madre ya no podía cogerla en brazos. Amoline estaba tan desesperada que decidió ir a coger agua helada de un río cercano. A la mañana siguiente, Gregori se despertó débil y mareado por la enfermedad. En la cuna, Annie jugaba ya sana con su oso de peluche Tibbers, pero Amoline había desaparecido.
Ingenuamente, Annie creía que, algún día, su madre volvería. Gregori a menudo encontraba a la niña sentada en la mecedora de su madre cerca de la chimenea, abrazando a Tibbers y mirando al fuego crepitante, donde Gregori juraría que antes no había habido más que cenizas frías. Él atribuía estos lapsus a la carga de criar a una niña él solo.
Pasaron los años y llegaron más colonos a la región. Con el tiempo, Gregori conoció a Leanna, una mujer que buscaba una nueva vida fuera de la capital con su propia hija, Daisy.
Annie estaba ansiosa por tener a alguien con quien jugar, pero al haber crecido consentida por las indulgencias de ser hija única, le costó aclimatarse a su nueva familia adoptiva. Cada vez que el ardiente temperamento de Annie estallaba, Leanna rápidamente se ponía del lado de su propia hija, preocupada. Le tocó a Gregori mantener una paz incómoda entre los tres.
Al no estar acostumbrada a los peligros de las tierras fronterizas, los juegos de Daisy terminaron en catástrofe para la familia. Leanna, por supuesto, culpó a Annie por la pérdida de su hija, enfocando su rabia y dolor en la posesión más preciada de su hijastra: Tibbers. Annie se horrorizó al ver que el último recuerdo físico de su madre estaba en peligro. El terror de la niña se convirtió en una ira desenfrenada, liberando su latente y poderosa piromancia, y el oso de peluche cobró vida en una vorágine de fuego protector.
Cuando las llamas se apagaron y el remolino de cenizas se asentó, Annie quedó huérfana y sola.
Pensando que la mayoría de los adultos de la ciudad son como su madrastra, Annie se ha quedado en las zonas más salvajes de su tierra natal. A veces se vale de su irresistible y adorable apariencia para ser acogida por alguna familia pionera el tiempo suficiente para que le den ropa nueva y comida caliente. No obstante, el fuego y la muerte aguardan a cualquiera lo suficientemente estúpido como para intentar separar a Annie de su oso de peluche.
Protegida por Tibbers, Annie vaga por los oscuros bosques de Noxus ajena al peligro y a los riesgos que conlleva un poder descontrolado como el suyo. Un día espera poder encontrar a alguien como ella con quien jugar.
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